Las uñas se me fueron cayendo,
así como la libido y el autoestima,
cruzar el pasillo de la casa era
el símbolo más concreto, el más crudo.
Una mosca en la pecera,
que volaba, pues no había agua
ni macho que la retuviera.
Una mosca pegándose
a lo más dulce, a lo que queda
sobre la tabla de madera.
Buen relato, lleno de tristeza y desesperación.
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